Ni por sus fines, ni por sus principios, Pensamiento Mágico y Ciencia son términos irreconciliables. A pesar de muchísimos intentos divisionistas, uno y otro se deben histórica y dialécticamente cierto principio de unidad, fracturado más por refriegas ideológicas que por las causas y consecuencias del conocimiento.
Nadie puede negar, a menos que se violenten los contextos culturales y la evolución del saber, distintos en cada sociedad, el principio de ordenación lógica atesorado originariamente por los conocimientos más antiguos, llamados pre-lógicos, mágicos o pre-científicos. Jamás fueron ilógicas o asistemáticas las relaciones establecidas con las fuerzas naturales. Los principios mágicos de similitud y contigüidad, no son razonamientos estúpidos atribuibles al primitivismo de ignorantes. El Nilo no baña y fecunda sólo los territorios aledaños, también baña y fecunda el conocimiento, sus análisis, pruebas y leyes. Lo hace con lenguajes propios y síntesis originales. ¿Por qué cierta idea de ciencia descalificó al pensamiento mágico? Una explicación proviene de la dominación imperial de pueblos que eliminan culturas sometidas. Exclusión, tergiversación, persecución...muchas veces organizada por científicos, sabios u hombres de conocimiento. Otra respuesta proviene de la obstinación basada en fetichizar el método, la demostración y la prueba, más una cretinización de resultados. Descalificar los métodos ajenos, después de Grecia, es un rito de poder que practica cierta ciencia y que, paradógicamente, ronda las mismas nociones de universalidad, prueba y demostración del pensamiento mágico. Con aciertos y errores...propios de toda búsqueda. Otro problema es la intolerancia hacia lo diferente. Ninguna investigación sobre la historia de la ciencia y el pensamiento mágico puede omitir de sus obligaciones teóricas el estudio sobre modos de producción económica y condiciones de clase, sus lenguajes y lógicas disímbolas. Brujos, hechiceros, curanderos y sacerdotes, en períodos distintos, con expresiones propias y bajo condiciones socialmente determinadas, fueron poseedores y/o generadores del conocimiento. Sobre sus aportes, contradicciones y debates se funda un fluir errático y azaroso de ciencias, artes y tecnologías indisociables de las ideologías dominantes. La emergencia de las ciencias ha tenido estadios desiguales y dialécticos, determinada además por los intercambios entre pueblos. Fuente de discusiones agrias por cuanto se refiere a la capacidad para leer, diacrónica y sincrónicamente, las dimensiones semánticas y científicas de cada época. Los modos de apropiación, interpretación y producción de conocimientos tuvieron siempre de base lo que cada pueblo identificó como entorno natural y la mayor o menor importancia concedida a la idea de realidad, incluidas las nociones divinas. De esa interacción, referida siempre a la satisfacción de necesidades, surge el repertorio dialéctico de las imágenes con que se arman las estructuras cognitivas, comunicacionales y creativas. El Pensamiento Mágico y la Ciencia contienen de manera multimodal las interrelaciones del conocimiento derivadas de las condiciones sociales, su estado de independencia frente a las hegemonías económicas, las complicaciones para desarrollar discursos propios y el repertorio de factores psicológicos que, desde lo individual hasta lo grupal, determinan usos o rechazos en la producción del conocimiento. Hay conocimientos que se transforman, otros que se diluyen y algunos más que se mantienen intactos. Las ciencias son materia dúctil; sus premisas no son permanentemente útiles, duraderas e infalibles; vigentes o no, exclusivamente por el valor de adecuación o inadecuación de sus proposiciones con las realidades nuevas . Es la sociedad en su totalidad la que determina, en la práctica y según su historia, cada uno de los valores de la ciencia y el pensamiento mágico. Por ello, las metodologías fallan cuando toman para el análisis científico objetos descontextuados atomizando el conocimiento y sus relaciones. Pensamiento Mágico y Ciencia suponen la existencia de una pasión sui géneris que cruza, con matices y variaciones, todo cuerpo de conocimientos. Incluídos los racionalismos. Pasión por dominar la naturaleza, por someterla utilitariamente. Pasión de conocimiento posesivo que escudriña lo desconocido detrás de lo patente. Brujos, hechiceros, curanderos, chamanes, teóricos, filósofos y científicos participan de un mismo proceso intelectual eficientista que, invariablemente, tiene bases materiales y consideraciones sagradas. Pasión sacralizante que levanta totems a diestra y siniestra. Para las deidades, las fuerzas naturales, para el vacío, lo ignoto y la nada...para la razón, la lógica y el método. Pasión inmensurable totalizante, cándida y arrogante, que supone en su fuerza, la posibilidad de controlar fenómenos...repetirlos...conducirlos. Con el agregado trascendental que el Pensamiento Mágico aporta y que transforma al hombre en ser religioso con tiempos y espacios sagrados. También pasión de poder. Ni bien ni mal provisionalmente, hasta someter los casos al análisis ético de clase, obligatorio para toda forma de apropiación del conocimiento, su ordenación y reproducción. A todas las soberbias científicas hay que oponer un trabajo serio de crítica histórico social. ¿Qué es la ciencia después de todo? ¿Qué la distingue del Pensamiento Mágico? ¿Qué la autoriza a desautorizarlo?. En la vocación reduccionista de emparentar ciencia con demostración, la ciencia misma ha fallado pertinazmente. Sus objetos y definiciones normalmente se empantanan en métodos que no alcanzan a interconectarse con la realidad social e histórica, subordinados a proyectos ideológicos que rinden pleitesía a la fragmentación. No es poca cosa. No hemos visto el desarrollo de las ciencias hacia un modelo totalizador e interdisciplinario que deje de inclinarse ante los intereses políticos, económicos e ideológicos burgueses. No hemos visto a los científicos entregados a la transformación social con instrumentos de trabajo abiertos a los grupos, es decir a su servicio no mercantil, ni hemos visto aplicada a las realidades sociales la capacidad crítica de la ciencia toda. El mito de la demostración científica en muchos sentidos se parece a los cuentos de hadas. Ninguna demostración de laboratorio, por más abstracciones sutiles que desarrolle, es la realidad, no es evolución objetiva y mucho menos justicia social en su escala. La ciencia se fetichiza en la tecnología, llevada generalmente de la mano por designios militaristas. Ha creado divinidades publicitadas como infalibles a sabiendas de que es justamente la incertidumbre, lo efímero de un sistema de mercado lo que ha signado la inmensa mayoría de la producción tecnológica en manos de algunas ciencias. Se vende gato por liebre para justificar aparatos burocráticos de ineficiencia científica, al precio de valor moral llamado progreso. El conjunto de necesidades humanas aun no ve venir el producto del Pensamiento Científico entregado a la transformación de realidades colectivas. Designios del poder burgués que ha ocasionado estragos similares en el Pensamiento Mágico. Hay que ponerse a salvo de idealizaciones cándidas. El Pensamiento Mágico, que es en realidad todo el pensamiento, fuente histórica del conocimiento, también ha sido manejado por intereses de clase a lo largo de la evolución humana. Hay que saber distinguir entre la producción social del Pensamiento Mágico en manos de los pueblos, y la utilización que Amos, Clérigos, Señores Feudales, Comerciantes, Empresarios y Políticos han hecho. Tergiversaciones, omisiones, ridiculizaciones para usos rentables, en lo ideológico y en el capital. Ciencia y Pensamiento Mágico no son términos irreconciliables. Si salvamos el hecho de que método y demostración están determinados por el entorno cultural y su desarrollo, si advertimos las exigencias metodológicas de interpretar los lenguajes expositivos más allá de cualquier reduccionismo, podríamos intentar responder a la pregunta ¿las obras del conocimiento en civilizaciones no occidentalizadas pueden ser llamadas científicas cuando, en su método como en su expresión, están soportadas por el pensamiento analógico, la magia, la poesía, la intuición, la observación empírica tradicional, el arte, la religión, la curandería, la hechicería, los mitos, los ritos, las supersticiones y el azar, entre otras formas de conocimiento?. ¿Qué descalificaría como obra de Ciencia al Calendario Azteca, síntesis extraordinaria del Pensamiento Mágico?. ¿Sus lenguajes? ¿Ser de obra de “primitivos”? Muy por el contrario, no hay carencia de demostración y exposición en su Imagen integradora de utilidad práctica palmaria y aportación al conocimiento universal. En el mundo nahuatl se manejaban dos calendarios: el Xiuhpohualli, “cuenta de los años” y el Tonalpohualli, “cuenta de los días”, combinados en eras de 52 años. El primero estaba dividido en 18 meses de veinte días a los que añadían 5 sobrantes, considerados nefastos y aciagos. El Tonalpohualli, “cuenta de los destinos” era un calendario adivinatorio formado por la combinación de 20 signos sagrados y 13 números que totalizaban 260 días y que poseía aplicaciones en los cálculos de fenómenos celestes, como eclipses y ciclos planetarios. “La Piedra de los Soles, conocida como Calendario Azteca, representa las creaciones y destrucciones del mundo, síntesis del tiempo. En el primer círculo, al centro, destaca Tonatiuh, enmarcado como en un enorme signo, el rostro gesticulante del Sol, Nahui Ollin, Quinto Sol o Cuatro Movimiento, el nombre de nuestro mundo. “El nuestro, en el que vivimos, y que fue también el de Nuestro Señor de Tula, la Serpiente con Plumas”. La palabra Ollin significa a la vez “movimiento” y “temblor de tierra” y es el nombre de uno de los veinte días del calendario sagrado de México. Nuestro universo nació el día “Cuatro Movimiento”, cuando el Sol comenzó a desplazarse en los cielos y se hundirá entre temblores de tierra y cataclismos. “Entonces los monstruos del crepúsculo, los Tzitzimine de máscara esquelética que están agazapados a la sombra en el Occidente, esperando su hora, surgirán de las tinieblas para examinar a la humanidad”. Nuestro universo, según los antiguos mexicanos, es el quinto de una serie, cuatro soles le han precedido. En el segundo círculo, en los cuadrángulos aparecen grabados en jeroglifos, en el interior de las cuatro ramas del signo Ollin, los cuatro soles destruidos: Nahui Ehecatl, Nahui Ocelotl, Nahui Atl, Nahui Quiahuitl. En el tercer círculo están los glifos de los veinte días sagrados. En el cuarto círculo aparecen “chalchihuitl”, piedras preciosas de jade, símbolo del corazón y síntesis del espíritu y el cuerpo. En el quinto círculo se mueven los rayos solares. En el sexto círculo, dos serpientes de fuego, Xiuhcoatl cierran el signo de la totalidad. Así, lejos de imaginar un mundo estable y seguro, que existiera en todo tiempo o creado de una vez para siempre hasta un fin lejano, el pensamiento indígena veía al hombre colocado, “descendido” (el verbo temo, en azteca significa a la vez “nacer” y “descender”) en un universo frágil sometido a un devenir, en ciclos que terminan en una dramática catástrofe. Los sacerdotes astrónomos mayas, élite filosófica de la antigüedad americana, lograron representar a través de cálculos sobre millones de años, la inmensidad prodigiosa del tiempo transcurrido y por venir, no como una duración lineal, sino como una serie infinita de períodos análogos a las ruedas dentadas de un mecanismo de relojería. “La intuición indígena, como un audaz sondeo, supo alcanzar una capa de realidad de la que nosotros mismos tomamos conciencia a medida que se disipa la orgullosa seguridad de que gozábamos aún hace medio siglo. Ahora lo sabemos: Todo Sol está condenado a extinguirse. Una civilización puede sucumbir bajo el asalto de los bárbaros- los jaguares del primer universo-, puede sumirse en la impotencia y la futilidad- los hombres se transforman en monos- , o bien sucumbir bajo los golpes de fuerzas naturales- diluvio, temblores de tierra- o finalmente explotar en una última conflagración- la lluvia de fuego que no es ya, en nuestra época una simple imagen legendaria. El mito mexicano, expresión de una antigua sabiduría, se incorpora a la inquietud de hoy”. Jacques Soustelle. “Los Cuatro Soles. Origen y ocaso de las culturas”. Patricia Perouch y Fernando Buen Abad
0 Comments
"La diferencia entre los seres humanos y los demás animales es que nosotros dedicamos mucho tiempo a conseguir que los objetos inanimados nos obedezcan" Page
Recurrentemente las investigaciones sobre el Pensamiento Mágico tienen como horizonte la dificultad de acceder a un recuento sistematizado de "verdades" cuyo valor "científico" unifique criterios. Esta no es la excepción. El Pensamiento Mágico no es propiedad de iluminados. No es posesión de secretos, ni privilegio de castas sectarias entrenadas para apropiarse y hacer rentables, de un modo u otro, las cualidades humanas. Es uno de esos enigmas culturales que no se agota con las respuestas. Por eso la investigación debe ser proceso dialéctico y lúdico que toma como materia los lenguajes complejísimos de la naturaleza y todas las interlocuciones que el pensamiento entabla con ella, en pleno uso de las facultades que aporta la magia creativa. Es posible hoy estudiar el Pensamiento Mágico para redimensionarnos todos con menos miedo a la persecución que suele deformar lo humano en las hogueras oscurantistas. "Hay que pagar a un precio desconocido el placer de no utilizar lo conocido" Paul Valery Todo parece confirmar que existe en los procesos generales del conocimiento un componente constante capaz de modelar "la realidad" al antojo de premisas enigmáticas desobedientes de "lo lógico". Se le llama Pensamiento Mágico por acentuar ese carácter peculiar del conocimiento que habita en nosotros y remueve las formas más primarias de relación con la naturaleza y que por su dinámica, posee funciones similares a las instintivas. Lo llamamos Pensamiento Mágico porque pautamos diferencias que criban la confusión ideológica generada por los racionalismos, los cientificismos y los positivismos de todos los tiempos. Llamamos pensamiento mágico a ese sistema de ordenación conceptual indefinible, indomable e irrenunciable, donde habitan las funciones humanas más inefables como la fantasía, la creatividad y el juego. Llamamos Pensamiento Mágico a eso que se opone al proceso de degradación del significado total y que también animó al conocimiento religioso y científico, sus claves, dimensiones y secretos. En el centro del Pensamiento Mágico está el misterio de la vida, la creación, el problema del secreto, el poder, el conocimiento , el tiempo y la totalidad, asumidos como interrogantes cuya respuesta no radica en un sistema de conclusiones silogísticas, sino en recuperaciones, síntesis analógica de todos los lenguajes. El Pensamiento Mágico también es el deseo, motor de los procesos creativos en todas sus expresiones. La vocación del Pensamiento Mágico es consolidarse en agente de transformación permanente que no omite o jerarquiza ninguna de las fuentes especulativas de la inteligencia y que sí tiene la tendencia permanente a sintetizarlas en ejercicios de intervención dialéctica sobre la materia y la fantasía. El Pensamiento Mágico es un sistema de articulación que promueve investigaciones abiertas para que la inteligencia y el espíritu reinterpreten todas las potencias y secretos de la naturaleza. Es por su vocación ejercicio de expansión, liberación y transformación. Aporta en el plano de los hechos, soluciones producidas desde la capacidad más abierta del conocimiento. Ese carácter liberador, caprichoso e irreverente es por antonomasia el punto de oposición más insalvable por el cual se ha generado, a lo largo de la historia, una persecución multimodal muy cuidadosa, camuflada bajo formas de ideologización diversas. Los magos, brujos, hechiceros, filósofos y algunos científicos han sido "satanizados", no por un supuesto contacto con las "fuerzas del mal", sino por sus pensamientos y convocatorias irreverentes. Se oponen a todas las formas de subordinación que tratan de dominar la existencia tergiversándola y sometiéndola con resignaciones deterministas que convierten la esclavitud en designio divino, moral y purificador. El Pensamiento Mágico inquieta la necesidad de invención, creatividad y acción. "Hay que admitir que un común denominador une al hechicero, al poeta y al loco, el cual, no puede ser más que la magia. La magia es la carne y la sangre de la poesía. Es más, en una época en que la magia resumía toda la ciencia humana, la poesía aún no se distinguía de la magia". Benjamín Peret Mago es quien saca de su fantasía esa síntesis objetual y conceptual que estimula la concreción de algún cambio en el que la totalidad evoluciona. Por eso es "mago" por ejemplo, el que entiende el cuerpo e identifica en él sus necesidades de bienestar, placer y desarrollo, factores opuestos a la enfermedad, la subestimación y la culpa tan rentables para la explotación. Por eso fueron y son quemados en leña verde de fuego abrazador y fuego moralista, todos aquellos descubridores de modos "no autorizados" para terminar con las calamidades. Por eso se acusa de bruja o hechicera toda voluntad de saber que no entiende por ciencia única la del imperio de la demostración silogística- cuantitativa. Por eso es mago el que de "la nada" (como se considera a la imaginación, al juego y a la fantasía) saca el "conejo" que resuelve primero a esa nada de donde proviene, y luego al todo, evidenciando analógicamente dónde está el secreto del poder humano. Tiembla el racionalismo esquemático y reduccionista ante los actos de la intuición fantástica, sintetizadora de todos los saberes que son propiedad histórica del subconsciente colectivo y de las sociedades. Hay que exorcizar sin dogmatismos eso que llamamos Pensamiento Mágico que tanto se ha tergiversado, vulgarizado y ninguneado. Su sentido y carácter como función del conocimiento se hunde en nebulosas ideológicas suficientemente sospechosas. Es tal la saturación provocada por el manoseo que una de las tareas contemporáneas más difíciles consiste en cribar de las parafernalias teórico-calumnísticas el peso real, importancia y alcance del Pensamiento Mágico en la historia de la cultura. El Pensamiento Mágico es una categoría de conocimiento cuya definición se verifica el contexto, está consustanciado en todas las otras formas del pensar, rebasa casi cualquier forma de clasificación o sistematización porque se opone a la degradación de lo fantástico y al aislamiento atomístico del conjunto de las fuerzas que animan la vida. Probablemente su principal opositor sea eso que tenga como principio el miedo. "Mago es un investigador que trata de hacer penetrar lo sobrenatural en el terreno de lo natural y la magia no es después de todo, según la expresión de Karl du Prel, más que la ciencia natural desconocida" Pierre Piobb . Patricia Perouch - Fernando Buen Abad Domínguez “Pasamos de la consideración de escribir como producto a la de escribir como proceso” Caudlin.
Antecedentes: A las dificultades de orden semántico que se presentan recurrentemente para definir la narrativa, se suman, las pertinentes al término contemporáneo. No es poca cosa. Están sujetas a revisión estas dos nociones fundamentales para el entendimiento y producción de la cultura. Unidas complejizan desmedidamente los campos semánticos, sintácticos y pragmáticos. ¿Cuándo o dónde comienza lo contemporáneo para la narrativa?. ¿Quiénes o cómo narran lo contemporáneo?. ¿Se puede narrar hoy con sintaxis no contemporáneas?. ¿Todas las narrativas actuales son contemporáneas?. Si lo contemporáneo comienza con la Revolución Industrial, como afirman algunos, la narrativa obediente a los paradigmas culturales generados por aquella tardaron mucho en hacerse sentir. Si los Poetas Malditos son revolucionarios de la semántica y la sintaxis, si se democratizó la escritura con el surgimiento de la poesía en prosa, significa eso transición a lo contemporáneo. En todo caso ¿qué determina la contemporaneidad de la narrativa, el contenido, las formas o ambos?. ¿Constituyen un lenguaje significativamente distinto a los anteriores y...cómo se cualifican?. ¿Lo contemporáneo es una mera referencia cronológica o implica confiablemente una caracterización histórica del desarrollo de las civilizaciones, sus contradicciones y calamidades?. Todavía no tenemos respuestas acabadas. Conviene incluir una distinción metodológica: contemporáneo no es sinónimo de postmoderno ni de neoliberal. En todo caso el primero contiene accidentalmente a los dos siguientes de manera no exclusiva, no excluyente y no absoluta. Lo contemporáneo también admite otras muchas definiciones. La narrativa indígena, hablada o escrita hoy en lenguas propias, sobre conflictos raciales, socio políticos, éticos o estéticos puede ser más contemporánea que esa narrativa de la moda depresiva escrita al estilo del Siglo de Oro Español en un bar. También hay sociedades enteras que por su decisión unas, y por imposición otras, no han llegado a la modernidad ni a lo contemporáneo. Incluso en materia de modelos educativos los criterios de enseñanza literaria delatan vacíos importantes en cuanto se relaciona con lo contemporáneo. Para el análisis tanto como para la creación. Impera una especie de mezcla desarticulada que no termina por involucrar las currículas académicas con el problema central: la libertad expresiva. Una especie de enseñanza histórica frecuentemente reduccionista, entronca con ciertos criterios gramaticalistas y canónicos que no atinan a potenciar la creación de obra contemporánea. La enseñanza de las primeras letras, en muchos casos, aún no supera metodológicamente los debates inaugurados durante la conquista española al continente americano, mientras los diccionarios registran como pueden, y tardíamente, voces en desuso, o en olvido. Están lejos de constituir la herramienta práctica y dinámica que deberían ser. La cultura de masas gestada en los medios de comunicación exhibe al lado de modalidades transculturizantes, una pobreza léxica en plena expansión. Al lado de la consolidación unilateral del discurso un empobrecimiento sospechoso delata ideológicamente el tipo de relación mercantil ideado para los destinatarios. Repertorios léxicos restringidos para una narrativa de la repetición publicitaria en la que el diálogo es imposible, la imitación se aplaudida, la información es ambigua y la expresión libre se omite. La edición y publicación de obra literaria es cada vez más cara y más difícil. Ni las grandes editoriales comerciales, ni los proyectos de educación o cultura gubernamentales satisfacen la necesidad histórica de impulsar una gran revolución cultural contemporánea emergente para la narrativa... las narrativas, que tienen por oficio y destino tramitar todas las temáticas, recursos técnicos y lenguajes de un tiempo que se distingue de otros multifactorial y multimodalmente. Hay muy poca investigación, pocos apoyos para el trabajo interdisciplinario, pocos recursos económicos para adquirir materiales y equipos y poco interés por la libertad y pluralidad de expresión. Rasgos todos de la postmodernidad neoliberal que en lo contemporáneo nos deja sin palabras. Hay que notificárselo al futuro. Situación Actual: A partir de 1924, el Manifiesto del Surrealismo, que trascendió los ámbitos de lo literario para reconocer la narrativa contemporánea en áreas de la expresión diversas, congregó en su revolución del espíritu, herencias filosóficas, culturales, políticas, científicas y metodológicas para proponer un estallido creativo sin precedentes. Propuso un tipo de fusión y reivindicación o síntesis nuevo (distinto a la mezcolanza moderna o postmoderna) que trajera en calidad de fuentes creadoras, los aportes del fenómeno lúdico, las virtudes del trance onírico, la reposición del pensamiento mágico y la proliferación del amor loco, todas ellas vetas extraordinarias que bajo el método del automatismo psíquico, repusieran a la historia, el decir y modo de decir nuestro desde todas las estratificaciones de la realidad. Con la ética primero que la estética el Surrealismo proclamó un gran movimiento que no dejara vacíos a la hora de “cambiar al mundo”. Propuso que la poesía sirviera a la resolución de los problemas prácticos de la vida. Propuso la reconciliación dialéctica de la razón con el instinto y la búsqueda de un Hombre Nuevo capaz de amar pasionalmente como solución única a las calamidades históricas. El arte es sólo una consecuencia de esa revolución del espíritu, no su fin. El surrealismo propone la revolución de todos los lenguajes y la reposición de las libertades en contra de cualquier cosa que sirva para sustituir la voluntad humana organizada individual y colectivamente. No se sabe con exactitud cuántos talentos, artistas, intelectuales, creadores, desde cuántas virtudes narrativas en pintura escultura, cine literatura etc. se sumaron al movimiento surrealista. La historia del arte registra muy pocos movimientos con mayor convocatoria. No menos de trescientos nombres paradigmáticos en la evolución cultural del siglo XX. El hecho es que a partir de 1924, desde los Manifiestos Surrealistas y con la conmoción creada por todos los métodos propuestos, las concepciones semánticas, sintácticas y pragmáticas de la narrativa cambiaron para siempre. Son muy pocas las esferas de la actividad expresiva que (incluso negándolo) no hacen uso u obtienen beneficio de los lenguajes propuestos por el Surrealismo. A pesar de todas las tergiversaciones, manipuleos y traiciones infligidas. No es casual que el campo en el que ha florecido con mayor fuerza el aporte surrealista sea el de la literatura. Después de todo sus fundadores eran literatos. Ello no omite que en campos como el de la cinematografía, la música y la publicidad el uso de las técnicas narrativas surrealistas sea moneda de uso. Sépanlo o no los autores, admítanlo o no. En todo caso el Surrealismo aporta, con su sentido de síntesis, una de las definiciones más claras con que contamos hoy en materia de narrativa contemporánea. En especial un tipo de narrativa y poesía de la condensación o narrativa de La Imagen. Virtualmente toda la investigación desarrollada por los surrealistas para gestar una revolución expresiva contemporánea se basa en la investigación y actualización de La Imagen como material fundamental del conocimiento, la comunicación y la creación. En La Imagen los surrealistas ven esa especie de grial magnifico que es capaz de sintetizar dialécticamente la materia y el tiempo. La imagen actualiza la historia y pone en juego un sistema de flujos y reflujos emocionales provocadores de espasmos estéticos peculiares. En la búsqueda de las imágenes más genuinas el hombre desarrolla lenguajes diversos que son, tarde o temprano, evidencia y latencia de sus esfuerzos narrativos. La narrativa es concatenación desafiada y desafiante de imágenes imantadas con emociones para dar cuenta de la leyenda personal y colectiva que inventamos permanentemente para dialogar con el tiempo y el espacio. “La imagen es la capacidad lírica de los instintos” A.B. Esa idea de narrativa contemporánea con que los surrealistas transformaron el orden general de la producción artística no toca por supuesto a todos los creadores ni a todas sus esferas. Existen muchas oposiciones y peros que no se distinguen de la negación necia, la ignorancia voluntariosa o el ocultismo convenenciero. La críticas enderezadas contra el Surrealismo normalmente no alcanzan para mostrar lo que falta por estudiar y lo que debe ser perfeccionado. Además, por otra parte, está la globalización de mercados, que como todo proyecto de expansión imperial inclina la balanza de los discursos hacia un sólo lado, quiebra los grandes relatos locales, desarticula las diversidades sintácticas, promueve la uniformidad temático-formal, cancela mitos, ignora conquistas históricas, superpone lenguas, lenguajes e idiomas y desplaza valores colectivos hacia un culto fanático por lo foráneo. Desde Egipto hasta el neoliberalismo. La misma historia de triunfos mercantiles defendidos por burócratas y militares. Es una constante histórica en todas las narrativas. Para gusto o disgusto. Perspectivas: Más allá de todas las disquisiciones estéticas y los debates sobre métodos, resulta imperativa la necesidad de crear centros y grupos de trabajo para la invención, producción y distribución de obra literaria. Talleres, laboratorios, cursos, seminarios...Es estratégico, primordial y vital. Más allá de las vanidades simplistas, las torres de marfil, las mafias... las sociedades deben tener a mano siempre la posibilidad de participar en grupos organizados para estimular la libertad de expresión en letras. La narrativa no es propiedad exclusiva de iluminados, no lo es de académicos ni de escuelas. Tampoco de soberbias excluyentes. O se gesta un movimiento para liberar la escritura, pluralizar el pensamiento y abrir foros autogestivos o las crisis estructurales vigentes tomarán más irremediablemente lo superestructural. Es que al lado de todas las urgencias sintácticas está pendiente un debate ideológico que evidencie las causas originarias de un estado de crisis severa aposentado en países dependientes y no. Debate de análisis científico, estético, político y poético. Todos los talleristas literarios deben estar involucrados con la enseñanza básica, universitaria y de posgrado, además de sus nexos con grupos o sectores sociales diversos. Poner a disposición de un movimiento creador la experiencia extraordinaria acumulada al calor de las sesiones de taller. En los talleres o grupos literarios serios están muchas de las claves importantes que las burocracias no han sabido valorar. Todos los investigadores sociolingüistas, estilistas, semiólogos, historiadores etc. deberán incorporarse a centros de creación interdisciplinarios, independientes y democráticos para acompañar la producción social con registros de investigación que fortalezcan y amplifiquen el habla social. Hacen falta exámenes nacionales en materia de escritura para saber cuántos profesionales , técnicos, artistas, estudiantes u obreros están verdaderamente habilitados para redactar clara, limpia potente y emocionalmente un texto cualquiera. Un examen nacional que evidencie el estado actual de la poesía, su relación con la vida cotidiana, crecimiento y vinculación con los pueblos al margen de iluminismos snobistas. Hacen falta más escritores, más talleres, escuelas e institutos de enseñanza, más diarios, revistas, libros, bibliotecas, hemerotecas, guiones etc. más flujos y reflujos literarios... expresivos. Sin contracción sintáctica, sin uniformización pragmática, sin persecución semántica. Hace falta una gran expansión narrativa contemporánea que ponga a tiempo ideas, formas y lectores con todas las realidades conceptuales, emocionales, económicas, políticas y sociales de un tiempo agobiado por un silencio socarrón y peligroso que a su vez se expresa con limitaciones a ultranza. Hace falta más investigación sobre diseño editorial, más oferta de materiales propios y baratos, más imprentas, correctores de estilo, tipógrafos y editores. Todas la aportaciones se la semiótica, los avances técnicos en materia editorial, las revoluciones éticas y estéticas de las vanguardias literarias en nuestro siglo y las urgencias de la realidad suponen un marco de trabajo objetivo y subjetivo suficientemente importante, complejo y contemporáneo como para no abandonar ninguna de sus escalas o perfiles. Para la praxis hay también un examen pendiente a pesar de ciertos logros escasos, honrosos e insuficientes siempre. Hace falta una revaloración contemporánea profunda que reponga la profesión del escritor la dignidad laboral que se ha perdido en la red mundial mediática, maraña de vulgaridad y pobreza dominantes. La narrativa contemporánea también supone un examen de sí y un meta examen. Galimatías como pocos: A todos los modelos de clasificación que en materia de géneros y estilos se han intentado hasta el presente, la semiología agrega su idea del relato total; Los postmodernos insisten en la mezcla indiscriminada de cierta estética burguesa con un revival nostálgico incapacitado para la propuesta e impotente ante el futuro; Se agrega la calumnia impune manipulada contra los aportes teóricos de las vanguardias creadoras; el determinismo escalofriante de la “cultura globalizada” en manos de publicistas monopólicos; la ignorancia pasmosa; el recorte de presupuestos para la educación; la corrupción desenfrenada; el descrédito y desánimo social... el siglo XX Cambalache. También están en crisis ciertos criterios de clasificación genérica o estilística al final del milenio. ¿Es menos narrativa la canción de protesta que la novela melodramática de amor rosa. ¿Cuál es más contemporánea? ¿Qué incluye ideológicamente en último término eso que llamamos narrativa, y qué excluye? ¿Cuál es la intención del autor, cuál la del lector, dónde están las fronteras? La narrativa debe ser hecha por todos. También las respuestas. Del diálogo integral y abierto que seamos capaces de fecundar frente a la historia, la naturaleza y las pasiones humanas...del diálogo espontáneo facultador de la poesía, esperamos más ensayos, cuentos y novelas...cartas, epístolas, manifiestos...letras, espejo fiel y detonante del espíritu contemporáneo con las necesidades, sueños y propuestas de nuestro tiempo... el único que tenemos. Recuperar el habla, todos. Fernando Buen Abad |