El “desarrollo”, en su concepción occidental y moderna, es un término que no forma parte de la cosmovisión de los pueblos indígenas. Y sería difícil afirmar que las promesas del desarrollo se han traducido en beneficios para los Pueblos Indígenas
En los últimos años, ha surgido como alternativa una corriente de pensamiento que se conoce como “el Buen Vivir”, y que reivindica principios éticos y saberes tradicionales indígenas. La propuesta se inició en los pueblos kichwas del Pastaza a finales de la década del 90, como una propuesta para organizar su plan de vida y el manejo de su territorio, desde su propia cosmovisión. No obstante, es un principio que integra la cosmovisión de varias culturas. Por lo tanto, el Buen Vivir puede ser entendido como una plataforma de pensamiento intercultural en construcción, que mira hacia el futuro para construir alternativas al Desarrollo. En la Cultura Aymara: El Suma Qamaña (vivir y convivir bien) es el ideal buscado por el hombre y la mujer andina, traducido como la plenitud de la vida, el bienestar social, económico y político que los pueblos anhelan. El desarrollo pleno de los pueblos. María Eugenia Choque Quispe (2006). Centro de Estudios Multidisciplinarios Aymara, Bolivia. El Qamir Qamaña Qapha (dulzura de ser siendo) se refiere a la riqueza de la vida, tanto en aspectos materiales como espirituales. La dignidad y bienestar de uno mismo, y el buen corazón. La reivindicación de un modelo de vida frente a la imposición colonial de estilos de desarrollo occidentales. Pablo Mamani Ramírez (2010). El Vivir Bien es recuperar la vivencia de nuestros pueblos, recuperar la Cultura de la Vida y recuperar nuestra vida en completa armonía y respeto mutuo con la madre naturaleza, con la Pachamama, donde todo es vida, donde todos somos uywas, criados de la naturaleza y del cosmos. Todos somos parte de la naturaleza y no hay nada separado, y son nuestros hermanos desde las plantas a los cerros. David Choquehuanca (2010). En la Cultura Kichwa Amazónica El principio Sumac Causai (vida en armonía) orienta la interrelación al interior de la sociedad quichua y de ésta con la naturaleza. Significa vivir en armonía en las relaciones sociales, es decir entre todos los miembros del ayllu y con otros ayllus de la comunidad, y entre los ayllus y el pueblo runa de Pastaza. Vivir en armonía con la naturaleza, con los dioses, y los espíritus protectores de las vidas existentes en la tierra, los bosques, los ríos y lagunas. Pueblo Kichwa de Pastaza (2007). En la cultura Guaraní El Ñande Reko (modo de ser), expresa una serie de virtudes como la libertad, felicidad, el festejo en la comunidad, la reciprocidad y el convite. Todas articuladas a la búsqueda de la tierra sin mal. Bartolomeu Meliá (2002). En la Cultura Ashuar de Ecuador El Shiir Waras (buen vivir) se entiende como una paz doméstica y una vida armoniosa, incluyendo un estado de equilibrio con la Naturaleza. Descola (1996). En la Cultura Kuna de Panamá El Balu Wala (buen vivir) es el eje filosófico del pensamiento y actuación individual y colectiva de los pueblos indígenas, implica una relación indisoluble e interdependiente entre el universo, la naturaleza y la humanidad, donde se configura una base ética y moral favorable al medio ambiente, el desarrollo y de la sociedad donde se manifiestan y se hacen necesarios la armonía, el respeto y el equilibrio. Donald Rojas (2009) Presidente del Consejo Indígena de Centroamérica. “Balu Wala” significa árbol de sal, y se refiere a la preparación de una nueva relación entre la Madre Tierra y el ser humano. Y establece relaciones políticas, económicas, sociales, con respeto y equidad. Fortalece sistemas de organización dirigidos a la producción comunitaria en el marco del modelo de economía indígena para mejorar la calidad de vida hacia un buen vivir. Así el Balu Wala se nutre de los cimientos y el propio conocimiento, se formulan herramientas de trabajo en donde la comunidad expresa su visión de futuro a partir de la lectura de pasado y su presente, para mirar hacia el futuro. Coordinadora Nacional de Pueblos Indígenas de Panamá (COONAPIP) (2009). En todas estas culturas, la filosofía del Buen Vivir tiene ciertos elementos en común:
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El Desarrollo por el Desarrollo mismo suele ser una de las manías del eficientisismo tecnocrático. De nada, o de muy poco, sirve desarrollar, por ejemplo, un modelo tecnológico de punta si los pueblos no reciben de él oficio ni beneficio en lo concreto. A tiempo y en forma. Aunque estemos acostumbrados al cierto “desarrollo” relativo, asimétrico y clasista, de sociedades que ven frenado el Desarrollo general de la humanidad, no debemos suspender las iniciativas que exigen hoy formas diversas de entender, medir y distribuir el Desarrollo que debemos devolvernos.
Los parámetros no pueden seguir siendo la acumulación ni el crecimiento bajo las premisas del modelo social y económico predominante. En todo caso la calidad de la vida en lo particular como en lo colectivo deberán ser, para el futuro inmediato, las referencias cuali-cuantitativas de nuevo orden para re-semantizar en concepto del Desarrollo. Tiempo libre, felicidad, salud y necesidades básicas satisfechas deben ser las medidas que, en el corto plazo, definan el estado general de la calidad de vida en sociedad, y también, las necesidades del desarrollo según consensos y planificaciones democratizadas. Se ha dicho de mil maneras el PBI no representa ni una décima de la realidad social realmente existente. El Desarrollo debe producir riquezas (en todas sus gamas) pero, principalmente, debe producir distribución equitativa de esas riquezas en todas sus gamas. Desarrollo y distribución son nociones que en su interrelación delatan en estado general del tejido social, un desequilibrio tendencioso en esa interrelación acusa deformaciones que tienen como consecuencia muchas penurias humanas. Excesivo desarrollo para un sólo sector social implica siempre sustracción de fuerzas para otros. Ningún Desarrollo es gratuito. Tampoco hay desarrollos ingenuos. En el campo social el Desarrollo siempre es causal. Implica mucho trabajo ex profeso, fundamentación, estudios de factibilidad y de sustentabilidad, planificación, asignación de recursos, sistemas de dirección y medición permanentes, evaluación y retroalimentación bajo un plan distributivo riguroso que orquesta contribuciones y reparticiones consensuadas. Esto incluye al desarrollo industrial tanto como al desarrollo científico, artístico o espiritual de los pueblos. En oposición al Desarrollo está siempre la destrucción de los tejidos sociales, de las fuerzas productivas, de los ecosistemas, de las identidades, de las culturas y de la moral social en todas sus escalas. Es decir todo lo que frena el desarrollo. Se suspende el desarrollo en la medida en que los seres humanos son apartados de sus propias realizaciones. Se anestesian sus fuerzas productivas La especie humana se vuelve dependiente de las fuerzas productivas ajenas y por tanto se ve impedida de realizar, libe y pertinentemente, aquello que corresponde a sus necesidades reales y dinámicas. Los ejemplos son atroces y casos como el de Hiroshima y Nagasaki (apenas hace unas décadas) demuestran cómo la tensión de intereses por un Desarrollo parcializado se desbordan hacia crímenes de lesa humanidad irreparables. La lista es tan larga como macabra. El compromiso con el Desarrollo de ninguna manera implica olvido de la Historia. El presente nuestro exige Desarrollo de Paz, de equidad económica, de sustentabilidad y de diversidad cultural. Exige desarrollo de ciencias, artes, letras, filosofías… sin el yugo del mercantilismo, del individualismo ni del consumismo. No es lo mismo Progreso, crecimiento y desarrollo: “los países crecen, las comunidades más castigadas no progresan y por lo tanto el Desarrollo sigue siendo sobre la base de una gran desigualdad social”. |