“Pasamos de la consideración de escribir como producto a la de escribir como proceso” Caudlin.
Antecedentes: A las dificultades de orden semántico que se presentan recurrentemente para definir la narrativa, se suman, las pertinentes al término contemporáneo. No es poca cosa. Están sujetas a revisión estas dos nociones fundamentales para el entendimiento y producción de la cultura. Unidas complejizan desmedidamente los campos semánticos, sintácticos y pragmáticos. ¿Cuándo o dónde comienza lo contemporáneo para la narrativa?. ¿Quiénes o cómo narran lo contemporáneo?. ¿Se puede narrar hoy con sintaxis no contemporáneas?. ¿Todas las narrativas actuales son contemporáneas?. Si lo contemporáneo comienza con la Revolución Industrial, como afirman algunos, la narrativa obediente a los paradigmas culturales generados por aquella tardaron mucho en hacerse sentir. Si los Poetas Malditos son revolucionarios de la semántica y la sintaxis, si se democratizó la escritura con el surgimiento de la poesía en prosa, significa eso transición a lo contemporáneo. En todo caso ¿qué determina la contemporaneidad de la narrativa, el contenido, las formas o ambos?. ¿Constituyen un lenguaje significativamente distinto a los anteriores y...cómo se cualifican?. ¿Lo contemporáneo es una mera referencia cronológica o implica confiablemente una caracterización histórica del desarrollo de las civilizaciones, sus contradicciones y calamidades?. Todavía no tenemos respuestas acabadas. Conviene incluir una distinción metodológica: contemporáneo no es sinónimo de postmoderno ni de neoliberal. En todo caso el primero contiene accidentalmente a los dos siguientes de manera no exclusiva, no excluyente y no absoluta. Lo contemporáneo también admite otras muchas definiciones. La narrativa indígena, hablada o escrita hoy en lenguas propias, sobre conflictos raciales, socio políticos, éticos o estéticos puede ser más contemporánea que esa narrativa de la moda depresiva escrita al estilo del Siglo de Oro Español en un bar. También hay sociedades enteras que por su decisión unas, y por imposición otras, no han llegado a la modernidad ni a lo contemporáneo. Incluso en materia de modelos educativos los criterios de enseñanza literaria delatan vacíos importantes en cuanto se relaciona con lo contemporáneo. Para el análisis tanto como para la creación. Impera una especie de mezcla desarticulada que no termina por involucrar las currículas académicas con el problema central: la libertad expresiva. Una especie de enseñanza histórica frecuentemente reduccionista, entronca con ciertos criterios gramaticalistas y canónicos que no atinan a potenciar la creación de obra contemporánea. La enseñanza de las primeras letras, en muchos casos, aún no supera metodológicamente los debates inaugurados durante la conquista española al continente americano, mientras los diccionarios registran como pueden, y tardíamente, voces en desuso, o en olvido. Están lejos de constituir la herramienta práctica y dinámica que deberían ser. La cultura de masas gestada en los medios de comunicación exhibe al lado de modalidades transculturizantes, una pobreza léxica en plena expansión. Al lado de la consolidación unilateral del discurso un empobrecimiento sospechoso delata ideológicamente el tipo de relación mercantil ideado para los destinatarios. Repertorios léxicos restringidos para una narrativa de la repetición publicitaria en la que el diálogo es imposible, la imitación se aplaudida, la información es ambigua y la expresión libre se omite. La edición y publicación de obra literaria es cada vez más cara y más difícil. Ni las grandes editoriales comerciales, ni los proyectos de educación o cultura gubernamentales satisfacen la necesidad histórica de impulsar una gran revolución cultural contemporánea emergente para la narrativa... las narrativas, que tienen por oficio y destino tramitar todas las temáticas, recursos técnicos y lenguajes de un tiempo que se distingue de otros multifactorial y multimodalmente. Hay muy poca investigación, pocos apoyos para el trabajo interdisciplinario, pocos recursos económicos para adquirir materiales y equipos y poco interés por la libertad y pluralidad de expresión. Rasgos todos de la postmodernidad neoliberal que en lo contemporáneo nos deja sin palabras. Hay que notificárselo al futuro. Situación Actual: A partir de 1924, el Manifiesto del Surrealismo, que trascendió los ámbitos de lo literario para reconocer la narrativa contemporánea en áreas de la expresión diversas, congregó en su revolución del espíritu, herencias filosóficas, culturales, políticas, científicas y metodológicas para proponer un estallido creativo sin precedentes. Propuso un tipo de fusión y reivindicación o síntesis nuevo (distinto a la mezcolanza moderna o postmoderna) que trajera en calidad de fuentes creadoras, los aportes del fenómeno lúdico, las virtudes del trance onírico, la reposición del pensamiento mágico y la proliferación del amor loco, todas ellas vetas extraordinarias que bajo el método del automatismo psíquico, repusieran a la historia, el decir y modo de decir nuestro desde todas las estratificaciones de la realidad. Con la ética primero que la estética el Surrealismo proclamó un gran movimiento que no dejara vacíos a la hora de “cambiar al mundo”. Propuso que la poesía sirviera a la resolución de los problemas prácticos de la vida. Propuso la reconciliación dialéctica de la razón con el instinto y la búsqueda de un Hombre Nuevo capaz de amar pasionalmente como solución única a las calamidades históricas. El arte es sólo una consecuencia de esa revolución del espíritu, no su fin. El surrealismo propone la revolución de todos los lenguajes y la reposición de las libertades en contra de cualquier cosa que sirva para sustituir la voluntad humana organizada individual y colectivamente. No se sabe con exactitud cuántos talentos, artistas, intelectuales, creadores, desde cuántas virtudes narrativas en pintura escultura, cine literatura etc. se sumaron al movimiento surrealista. La historia del arte registra muy pocos movimientos con mayor convocatoria. No menos de trescientos nombres paradigmáticos en la evolución cultural del siglo XX. El hecho es que a partir de 1924, desde los Manifiestos Surrealistas y con la conmoción creada por todos los métodos propuestos, las concepciones semánticas, sintácticas y pragmáticas de la narrativa cambiaron para siempre. Son muy pocas las esferas de la actividad expresiva que (incluso negándolo) no hacen uso u obtienen beneficio de los lenguajes propuestos por el Surrealismo. A pesar de todas las tergiversaciones, manipuleos y traiciones infligidas. No es casual que el campo en el que ha florecido con mayor fuerza el aporte surrealista sea el de la literatura. Después de todo sus fundadores eran literatos. Ello no omite que en campos como el de la cinematografía, la música y la publicidad el uso de las técnicas narrativas surrealistas sea moneda de uso. Sépanlo o no los autores, admítanlo o no. En todo caso el Surrealismo aporta, con su sentido de síntesis, una de las definiciones más claras con que contamos hoy en materia de narrativa contemporánea. En especial un tipo de narrativa y poesía de la condensación o narrativa de La Imagen. Virtualmente toda la investigación desarrollada por los surrealistas para gestar una revolución expresiva contemporánea se basa en la investigación y actualización de La Imagen como material fundamental del conocimiento, la comunicación y la creación. En La Imagen los surrealistas ven esa especie de grial magnifico que es capaz de sintetizar dialécticamente la materia y el tiempo. La imagen actualiza la historia y pone en juego un sistema de flujos y reflujos emocionales provocadores de espasmos estéticos peculiares. En la búsqueda de las imágenes más genuinas el hombre desarrolla lenguajes diversos que son, tarde o temprano, evidencia y latencia de sus esfuerzos narrativos. La narrativa es concatenación desafiada y desafiante de imágenes imantadas con emociones para dar cuenta de la leyenda personal y colectiva que inventamos permanentemente para dialogar con el tiempo y el espacio. “La imagen es la capacidad lírica de los instintos” A.B. Esa idea de narrativa contemporánea con que los surrealistas transformaron el orden general de la producción artística no toca por supuesto a todos los creadores ni a todas sus esferas. Existen muchas oposiciones y peros que no se distinguen de la negación necia, la ignorancia voluntariosa o el ocultismo convenenciero. La críticas enderezadas contra el Surrealismo normalmente no alcanzan para mostrar lo que falta por estudiar y lo que debe ser perfeccionado. Además, por otra parte, está la globalización de mercados, que como todo proyecto de expansión imperial inclina la balanza de los discursos hacia un sólo lado, quiebra los grandes relatos locales, desarticula las diversidades sintácticas, promueve la uniformidad temático-formal, cancela mitos, ignora conquistas históricas, superpone lenguas, lenguajes e idiomas y desplaza valores colectivos hacia un culto fanático por lo foráneo. Desde Egipto hasta el neoliberalismo. La misma historia de triunfos mercantiles defendidos por burócratas y militares. Es una constante histórica en todas las narrativas. Para gusto o disgusto. Perspectivas: Más allá de todas las disquisiciones estéticas y los debates sobre métodos, resulta imperativa la necesidad de crear centros y grupos de trabajo para la invención, producción y distribución de obra literaria. Talleres, laboratorios, cursos, seminarios...Es estratégico, primordial y vital. Más allá de las vanidades simplistas, las torres de marfil, las mafias... las sociedades deben tener a mano siempre la posibilidad de participar en grupos organizados para estimular la libertad de expresión en letras. La narrativa no es propiedad exclusiva de iluminados, no lo es de académicos ni de escuelas. Tampoco de soberbias excluyentes. O se gesta un movimiento para liberar la escritura, pluralizar el pensamiento y abrir foros autogestivos o las crisis estructurales vigentes tomarán más irremediablemente lo superestructural. Es que al lado de todas las urgencias sintácticas está pendiente un debate ideológico que evidencie las causas originarias de un estado de crisis severa aposentado en países dependientes y no. Debate de análisis científico, estético, político y poético. Todos los talleristas literarios deben estar involucrados con la enseñanza básica, universitaria y de posgrado, además de sus nexos con grupos o sectores sociales diversos. Poner a disposición de un movimiento creador la experiencia extraordinaria acumulada al calor de las sesiones de taller. En los talleres o grupos literarios serios están muchas de las claves importantes que las burocracias no han sabido valorar. Todos los investigadores sociolingüistas, estilistas, semiólogos, historiadores etc. deberán incorporarse a centros de creación interdisciplinarios, independientes y democráticos para acompañar la producción social con registros de investigación que fortalezcan y amplifiquen el habla social. Hacen falta exámenes nacionales en materia de escritura para saber cuántos profesionales , técnicos, artistas, estudiantes u obreros están verdaderamente habilitados para redactar clara, limpia potente y emocionalmente un texto cualquiera. Un examen nacional que evidencie el estado actual de la poesía, su relación con la vida cotidiana, crecimiento y vinculación con los pueblos al margen de iluminismos snobistas. Hacen falta más escritores, más talleres, escuelas e institutos de enseñanza, más diarios, revistas, libros, bibliotecas, hemerotecas, guiones etc. más flujos y reflujos literarios... expresivos. Sin contracción sintáctica, sin uniformización pragmática, sin persecución semántica. Hace falta una gran expansión narrativa contemporánea que ponga a tiempo ideas, formas y lectores con todas las realidades conceptuales, emocionales, económicas, políticas y sociales de un tiempo agobiado por un silencio socarrón y peligroso que a su vez se expresa con limitaciones a ultranza. Hace falta más investigación sobre diseño editorial, más oferta de materiales propios y baratos, más imprentas, correctores de estilo, tipógrafos y editores. Todas la aportaciones se la semiótica, los avances técnicos en materia editorial, las revoluciones éticas y estéticas de las vanguardias literarias en nuestro siglo y las urgencias de la realidad suponen un marco de trabajo objetivo y subjetivo suficientemente importante, complejo y contemporáneo como para no abandonar ninguna de sus escalas o perfiles. Para la praxis hay también un examen pendiente a pesar de ciertos logros escasos, honrosos e insuficientes siempre. Hace falta una revaloración contemporánea profunda que reponga la profesión del escritor la dignidad laboral que se ha perdido en la red mundial mediática, maraña de vulgaridad y pobreza dominantes. La narrativa contemporánea también supone un examen de sí y un meta examen. Galimatías como pocos: A todos los modelos de clasificación que en materia de géneros y estilos se han intentado hasta el presente, la semiología agrega su idea del relato total; Los postmodernos insisten en la mezcla indiscriminada de cierta estética burguesa con un revival nostálgico incapacitado para la propuesta e impotente ante el futuro; Se agrega la calumnia impune manipulada contra los aportes teóricos de las vanguardias creadoras; el determinismo escalofriante de la “cultura globalizada” en manos de publicistas monopólicos; la ignorancia pasmosa; el recorte de presupuestos para la educación; la corrupción desenfrenada; el descrédito y desánimo social... el siglo XX Cambalache. También están en crisis ciertos criterios de clasificación genérica o estilística al final del milenio. ¿Es menos narrativa la canción de protesta que la novela melodramática de amor rosa. ¿Cuál es más contemporánea? ¿Qué incluye ideológicamente en último término eso que llamamos narrativa, y qué excluye? ¿Cuál es la intención del autor, cuál la del lector, dónde están las fronteras? La narrativa debe ser hecha por todos. También las respuestas. Del diálogo integral y abierto que seamos capaces de fecundar frente a la historia, la naturaleza y las pasiones humanas...del diálogo espontáneo facultador de la poesía, esperamos más ensayos, cuentos y novelas...cartas, epístolas, manifiestos...letras, espejo fiel y detonante del espíritu contemporáneo con las necesidades, sueños y propuestas de nuestro tiempo... el único que tenemos. Recuperar el habla, todos. Fernando Buen Abad
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El “desarrollo”, en su concepción occidental y moderna, es un término que no forma parte de la cosmovisión de los pueblos indígenas. Y sería difícil afirmar que las promesas del desarrollo se han traducido en beneficios para los Pueblos Indígenas
En los últimos años, ha surgido como alternativa una corriente de pensamiento que se conoce como “el Buen Vivir”, y que reivindica principios éticos y saberes tradicionales indígenas. La propuesta se inició en los pueblos kichwas del Pastaza a finales de la década del 90, como una propuesta para organizar su plan de vida y el manejo de su territorio, desde su propia cosmovisión. No obstante, es un principio que integra la cosmovisión de varias culturas. Por lo tanto, el Buen Vivir puede ser entendido como una plataforma de pensamiento intercultural en construcción, que mira hacia el futuro para construir alternativas al Desarrollo. En la Cultura Aymara: El Suma Qamaña (vivir y convivir bien) es el ideal buscado por el hombre y la mujer andina, traducido como la plenitud de la vida, el bienestar social, económico y político que los pueblos anhelan. El desarrollo pleno de los pueblos. María Eugenia Choque Quispe (2006). Centro de Estudios Multidisciplinarios Aymara, Bolivia. El Qamir Qamaña Qapha (dulzura de ser siendo) se refiere a la riqueza de la vida, tanto en aspectos materiales como espirituales. La dignidad y bienestar de uno mismo, y el buen corazón. La reivindicación de un modelo de vida frente a la imposición colonial de estilos de desarrollo occidentales. Pablo Mamani Ramírez (2010). El Vivir Bien es recuperar la vivencia de nuestros pueblos, recuperar la Cultura de la Vida y recuperar nuestra vida en completa armonía y respeto mutuo con la madre naturaleza, con la Pachamama, donde todo es vida, donde todos somos uywas, criados de la naturaleza y del cosmos. Todos somos parte de la naturaleza y no hay nada separado, y son nuestros hermanos desde las plantas a los cerros. David Choquehuanca (2010). En la Cultura Kichwa Amazónica El principio Sumac Causai (vida en armonía) orienta la interrelación al interior de la sociedad quichua y de ésta con la naturaleza. Significa vivir en armonía en las relaciones sociales, es decir entre todos los miembros del ayllu y con otros ayllus de la comunidad, y entre los ayllus y el pueblo runa de Pastaza. Vivir en armonía con la naturaleza, con los dioses, y los espíritus protectores de las vidas existentes en la tierra, los bosques, los ríos y lagunas. Pueblo Kichwa de Pastaza (2007). En la cultura Guaraní El Ñande Reko (modo de ser), expresa una serie de virtudes como la libertad, felicidad, el festejo en la comunidad, la reciprocidad y el convite. Todas articuladas a la búsqueda de la tierra sin mal. Bartolomeu Meliá (2002). En la Cultura Ashuar de Ecuador El Shiir Waras (buen vivir) se entiende como una paz doméstica y una vida armoniosa, incluyendo un estado de equilibrio con la Naturaleza. Descola (1996). En la Cultura Kuna de Panamá El Balu Wala (buen vivir) es el eje filosófico del pensamiento y actuación individual y colectiva de los pueblos indígenas, implica una relación indisoluble e interdependiente entre el universo, la naturaleza y la humanidad, donde se configura una base ética y moral favorable al medio ambiente, el desarrollo y de la sociedad donde se manifiestan y se hacen necesarios la armonía, el respeto y el equilibrio. Donald Rojas (2009) Presidente del Consejo Indígena de Centroamérica. “Balu Wala” significa árbol de sal, y se refiere a la preparación de una nueva relación entre la Madre Tierra y el ser humano. Y establece relaciones políticas, económicas, sociales, con respeto y equidad. Fortalece sistemas de organización dirigidos a la producción comunitaria en el marco del modelo de economía indígena para mejorar la calidad de vida hacia un buen vivir. Así el Balu Wala se nutre de los cimientos y el propio conocimiento, se formulan herramientas de trabajo en donde la comunidad expresa su visión de futuro a partir de la lectura de pasado y su presente, para mirar hacia el futuro. Coordinadora Nacional de Pueblos Indígenas de Panamá (COONAPIP) (2009). En todas estas culturas, la filosofía del Buen Vivir tiene ciertos elementos en común:
El Desarrollo por el Desarrollo mismo suele ser una de las manías del eficientisismo tecnocrático. De nada, o de muy poco, sirve desarrollar, por ejemplo, un modelo tecnológico de punta si los pueblos no reciben de él oficio ni beneficio en lo concreto. A tiempo y en forma. Aunque estemos acostumbrados al cierto “desarrollo” relativo, asimétrico y clasista, de sociedades que ven frenado el Desarrollo general de la humanidad, no debemos suspender las iniciativas que exigen hoy formas diversas de entender, medir y distribuir el Desarrollo que debemos devolvernos.
Los parámetros no pueden seguir siendo la acumulación ni el crecimiento bajo las premisas del modelo social y económico predominante. En todo caso la calidad de la vida en lo particular como en lo colectivo deberán ser, para el futuro inmediato, las referencias cuali-cuantitativas de nuevo orden para re-semantizar en concepto del Desarrollo. Tiempo libre, felicidad, salud y necesidades básicas satisfechas deben ser las medidas que, en el corto plazo, definan el estado general de la calidad de vida en sociedad, y también, las necesidades del desarrollo según consensos y planificaciones democratizadas. Se ha dicho de mil maneras el PBI no representa ni una décima de la realidad social realmente existente. El Desarrollo debe producir riquezas (en todas sus gamas) pero, principalmente, debe producir distribución equitativa de esas riquezas en todas sus gamas. Desarrollo y distribución son nociones que en su interrelación delatan en estado general del tejido social, un desequilibrio tendencioso en esa interrelación acusa deformaciones que tienen como consecuencia muchas penurias humanas. Excesivo desarrollo para un sólo sector social implica siempre sustracción de fuerzas para otros. Ningún Desarrollo es gratuito. Tampoco hay desarrollos ingenuos. En el campo social el Desarrollo siempre es causal. Implica mucho trabajo ex profeso, fundamentación, estudios de factibilidad y de sustentabilidad, planificación, asignación de recursos, sistemas de dirección y medición permanentes, evaluación y retroalimentación bajo un plan distributivo riguroso que orquesta contribuciones y reparticiones consensuadas. Esto incluye al desarrollo industrial tanto como al desarrollo científico, artístico o espiritual de los pueblos. En oposición al Desarrollo está siempre la destrucción de los tejidos sociales, de las fuerzas productivas, de los ecosistemas, de las identidades, de las culturas y de la moral social en todas sus escalas. Es decir todo lo que frena el desarrollo. Se suspende el desarrollo en la medida en que los seres humanos son apartados de sus propias realizaciones. Se anestesian sus fuerzas productivas La especie humana se vuelve dependiente de las fuerzas productivas ajenas y por tanto se ve impedida de realizar, libe y pertinentemente, aquello que corresponde a sus necesidades reales y dinámicas. Los ejemplos son atroces y casos como el de Hiroshima y Nagasaki (apenas hace unas décadas) demuestran cómo la tensión de intereses por un Desarrollo parcializado se desbordan hacia crímenes de lesa humanidad irreparables. La lista es tan larga como macabra. El compromiso con el Desarrollo de ninguna manera implica olvido de la Historia. El presente nuestro exige Desarrollo de Paz, de equidad económica, de sustentabilidad y de diversidad cultural. Exige desarrollo de ciencias, artes, letras, filosofías… sin el yugo del mercantilismo, del individualismo ni del consumismo. No es lo mismo Progreso, crecimiento y desarrollo: “los países crecen, las comunidades más castigadas no progresan y por lo tanto el Desarrollo sigue siendo sobre la base de una gran desigualdad social”. |